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jueves, 29 de abril de 2010

El sendero de la prohibicion

Mis pasos cansados y sin un rumbo fijo
me trajeron al lugar que Satanás me dijo,
una valla de madera podrida y alambre,
un lugar no visitado por el hombre.

Del otro lado existe un sendero entre árboles,
arboles sin vida, secos, con rostros humanos,
rostros de desesperación, con gritos ahogados,
rostros de tristeza, de muerte por sueños profanos.

Abrí la cerca vieja y rechinante, con miedo,
era un escalofrío el que sentí, horror desconocido,
cruce la pequeña puerta y me sentí atrapado,
escuchando voces de árboles enraizados.

Me contaron sus sueños y sus ilusiones,
me hablaron de sus decisiones,
me platicaron sus más oscuras perversiones,
me contaron historias de amores.

Tristes almas hechas árbol, inmovilizadas,
destruidas por la prohibición, el freno a emociones,
por olvidar que cuando eran humanos,
tenían derecho a vivir sus propias decepciones.

En cambio, seres ingratos, seres de mentes y corazones cerrados,
cortaron las alas de sus almas,
cortaron esos hilos dorados,
con los que cumplimos nuestros sueños anhelados.

Camino más en el sendero, con pánico, con temor,
escuchando algunas historias y otras no,
me da miedo, comienzo a detenerme,
por más que intento no puedo moverme.

Mis piernas de madera, mis brazos ramas,
he quedado perdido junto con estas almas,
que son las de mis seres más queridos,
que por las ataduras, han sido destruidos.

Déjenos libres, no nos prohíban amar,
en el nombre de Astaroth una maldición les voy a arrojar,
a los que nos prohíben nuestros sueños realizar,
su alma en fuego del asqueroso paraíso de Jehová vamos a quemar, torturar, destrozar, desollar, vomitar, asesinar.

Cuídense seres de horrible luminosidad,
aquellos que nos impiden amar, que las almas del bosque de la oscuridad,
muy pronto con la ayuda de mil demonios,
nuestra venganza haremos que tenga lugar.

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